lunes, 15 de agosto de 2011

¿Sueño?

Licencia de Creative Commons
¿Sueño? by Fernando Santana de la Oliva is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

-¿Pero?, vamos a ver si nos aclaramos. Tú... ¿Qué eres tú?

-Eso tienes que decidirlo tú.

-¿Qué quieres decir con que lo tengo que decidir?, ¿por qué lo tengo que decidir?

-Bueno, si no quieres no lo decidas. Mírame y dime lo que soy.

-Tú no eres más que un sueño.

-Ja. Un sueño. Soy tu sueño. Siempre he sido tu sueño. Tú no puedes soñar. Eso es algo que crees que puedes hacer. No soy yo el que está en tú sueño. Eres tú el que está en mi mente. Esto que ves es mi mente y mi mente soy yo. ¿Ves esta habitación?, ¿crees que la has visto en alguna parte, qué antes has estado aquí, en la vida real? ¡No! Nunca has estado aquí. Nunca has pisado esta habitación. Esta habitación pertenece a mis recuerdos, no a los tuyos.

>>Tengo muchos recuerdos. Más de los que puedas llegar a imaginarte. Llevo mucho tiempo pensando, bueno, viviendo (así lo entiendes mejor), mucho tiempo entre seres materiales. Sí, no me mires de esa manera. Te lo contaré para que me comprendas:

>>Soy lo que a veces se llama espíritu, una mente, un ser inmaterial, ¿un alma?. Puede ser, aunque nunca he estado muy seguro de ello. Soy algo que está dentro de ti. Probablemente sea lo que llamáis el subconsciente.

-Espera, espera. ¿Dices qué estás en mí?

-¡Bien!, veo que empiezas a entender algo. Sí, estoy en ti. ¿Por qué? Pues porque necesito tus neuronas para funcionar. Verás, es más simple de lo que crees. Tú cerebro no actúa a más de un veinte por ciento de sus posibilidades, ¿no? Pues estás muy equivocado actúa al noventa por ciento. Ese setenta por ciento de cerebro que vosotros no utilizáis lo usamos nosotros.

-¿Es qué hay más aparte de ti?

-Claro, en la mayoría de los cerebros hay un ente como yo. Hay algunos en que no hay, pero es por problemas de adaptación. También hay otros en que hay más de uno y ocurren problemas serios. Has oído hablas de la doble personalidad, o de la "posesión demoníaca". No son más que varios como yo que luchan con la mente humana y a veces la encierran en el cerebro. Suele ser peligroso para el humano.

-¿Y no os descubren?

-Tú mismo has dicho antes que esto era un sueño. ¿Si contases esta conversación no te tomarían por un loco?

-Sí, tienes razón. ¿Y cuanto tiempo llevas en mi mente?

-Creo que tenías ocho meses cuando entré.

-¿Con sólo ocho meses entraste tú? ¿Cuándo estaba en la cuna?

-No, hombre. Cuando eras un feto.

-¿Y como entraste?

-No lo sé. Te puedo decir que aparecí en tu cerebro. Aunque no me di cuenta de que era hasta que tuviste quince años. Durante ese tiempo yo también estaba madurando.

-Pero si tienes recuerdos que yo no tengo, ¿Es qué has vivido antes de que yo naciera?

-Sí, y muchas veces. Cuando una persona muere, nos enclaustramos dentro de nuestra forma espiritual, como lo hacen algunas bacterias, y nos volvemos inertes. No tenemos vida. Somos entes inmateriales que están vagando hasta que encontramos un cerebro y nos desarrollamos en él.

-¿Siempre en cerebros humanos?

-No, pero son los mejores. Los recuerdos que tengo de una vez que habité en el cerebro de un perro no son los que mejor te puedo enseñar. Recuerdas cuando soñabas que volabas sobre una vega de trigo. Eso era cuando habité en los sesos de un halcón. Claro que sólo son recuerdos. En cerebros no humanos no nos podemos desarrollar del todo y no llegamos a tener conciencia de que somos. Vivimos sin darnos cuenta y cuando habitamos después un cerebro humano tenemos esos recuerdos sin recordar como los conseguimos.

-Me cuesta creer lo que estás diciendo, aunque ...

-Oye, ya te acercaré por aquí otra noche. Ahora tienes que despertarte. Escucha.

-El qué.

Escuchaba un pitido muy lejano. Tardé algún tiempo en darme cuenta de que era el despertador. Abrí los ojos y volvía a estar en mi cama. Por increíble que fuera tenía el recuerdo vivo de la conversación y la anoté rápidamente. Aunque no sé porque lo hice. No podía enseñársela a nadie.

Salí de casa y bajé al bar que hay al lado del portal a tomarme un café.

Cuando llegué al trabajo todavía seguía pensando en el sueño. Nunca en mi vida un sueño me había impresionado tanto. Algo fallaba en el sueño. No sabía porque pero no era lógico que recordara tan bien el sueño. No me acordaba de donde estaba pero si que me acordaba de las palabras. Era una historia extraña aunque a mí me parecía que no era desconocida.

Hubo un momento, en el descanso para comer, que me quedé medio dormido. Di una cabezada. Me estaba quedando dormido con el ruido que había en el restaurante cuando una voz me dijo: "El sueño soy yo". Me desperté al instante. Mire a un lado y a otro. No vi a nadie cerca de mí.

Cuando llegué a casa después de haber estado cenando con una compañera no tenía deseos de acostarme. Realmente el sueño que había tenido la noche anterior me había asustado un poco. No sabía lo que podía ocurrir si me quedaba dormido.

Me senté enfrente del aparato de televisión. Estaba viendo un documental sobre los problemas que tenían en Australia con los conejos. Me levanté a prepararme algo de beber. Me fui a la cocina, pero cuando crucé el marco de la puerta me encontré a alguien que estaba poniendo hielo en dos vasos. Era alguien familiar. Lo conocía aunque estaba de espaldas. Se dio la vuelta y me quedé desconcertado. Era yo mismo.

-Hola. Toma. No venías por esto. -dijo mientras me tendía el vaso a mi mano.

-¿Qué haces, o... qué hago ahí?

-Tranquilo, chico. Date la vuelta y mira. Me giré y vi que estaba dormido en el sillón. Miré a la habitación. Estaba todo oscuro, excepto el sillón donde estaba dormido. Volví a mirar al personaje que me hablaba.

-Estabas muy cansado y te quedaste dormido.

-Ya lo veo. ¿Qué haces aquí?

-¿ No te acuerdas? Estoy seguro de que te acuerdas de nuestra conversación de anoche.

-Sí, me acuerdo. Pero no es normal que me acuerde tan perfectamente de un sueño.

-Tienes razón. Te acuerdas porque he dejado que te acordaras. Me gusta que en tu vida real tuvieras conciencia de mí. -¿Por qué?

-Porque me pareció divertido.

-No te entiendo.

-Es fácil de entender. Nunca, creo, que ninguno de nosotros pueda llegar a comprender totalmente a los seres humanos en lo que denomináis sentimientos. Aunque estemos tan estrechamente relacionados con vosotros. A veces hago experimentos en tus sueños y te coloco en situaciones límites jugando con tus emociones. Juego con tus visiones de otras personas. El hecho de que sepas que existo se que te va a afectar. Quiero ver como te comportas ahora en tus sueños.

-¿Qué? En ese momento se abrió el techo y fui lanzado hacia arriba. Estaba volando y veía la ciudad. Mire mi cuerpo pero no lo veía. No estaba. Solamente veía. Descendí. Era dueño de mi sueño. Todo lo que intentaba hacer lo hacía sin ningún problema. Bajé y me posé como si fuese un gorrión en el suelo. Entonces tuve conciencia de que tenía cuerpo. Me vi reflejado en un cristal de un edificio. Estaba vestido de gladiador romano.

-¡Eh!

Me giré y tenía delante de mí a otro gladiador.

-¿Te gustaría una lucha de gladiadores o un duelo a espada como dos mosqueteros?

Mientras decía esto nos transformamos en dos mosqueteros del rey, tal como los veía en las películas. Desenvainó y arremetió contra mí. Casi no tuve tiempo de coger mi espada y apartarme.

-¡Pero que haces!- le grité.

Se volvió y me dijo:

-¿Sabes lo que estoy haciendo? Te estoy dando la única oportunidad que vas a tener de conservar el dominio de tu cuerpo.- Me lanzó un ataque y pude protegerme con mi espada.

-¿A donde quieres llegar?

-Solamente estoy jugando contigo. ¿Si no te gustan las espadas, qué te parece esto? Aparecimos en medio de una batalla de la primera guerra mundial. Me estaban disparando. Me metí en una trinchera antes de que me alcanzaran.

-¿Y esto te gusta más? Ahora estábamos en las veinticuatro horas de Indianápolis corriendo con nuestros coches uno al lado del otro. Chocábamos sin cesar hasta que me dijo:

-Esto me aburre. Mira lo que hay delante de ti. Un enorme agujero me engulló y aparecí en otro circuito. Daba vueltas y vueltas en el circuito que no parecía acabar. No sabía que hacer. Intenté despertarme pero no podía. Seguía dando vueltas y vueltas...

... Y las sigue dando aún. Todavía está en el circuito entretenido aunque ahora lo he variado un poco para que no se aburra demasiado.

Te pido perdón pero aún no me he presentado. Soy lo que él ha llamado el "ente" aunque no soy más que otro tipo de ser espiritual que puede poblar tu cerebro. Seguro que tú también tienes uno en el tuyo.

Después de esa noche comenzó mi tiempo dominando su cuerpo. Desde entonces soy yo el que gobierna este trozo de materia. Fue fácil hacer creer al resto del mundo que seguía siendo igual ya que tenía todos sus recuerdos. Lo que no entiendo es como se prestó a jugar tan fácilmente conmigo. Debería haber sido más combativo pero tenía un carácter asustadizo.

Ahora debo dejar esto y dedicarme a otras tareas. Si tienes algo que te ronronea la cabeza sobre este tema deberías consultarlo...

... con la almohada, ¿no crees?

¿FIN?

Fernando Santana

Diciembre de 1998

No hay comentarios:

Publicar un comentario